Se escucha un fuerte portazo. No quiero hablar, si no gritar. Cojo un cojín y lo lanzo contra la pared. Pero no es suficiente. Vuelvo a repetirlo con un peluche. Me encuentro un poco mejor así que me siento en la silla y dejo caer mis codos sobre la mesa tapándome los ojos con las manos. ¿Cómo ha podido ocurrir esto? De repente se escuchan golpecitos que vienen del cristal de la ventana. Me acerco. Son piedras. Las está lanzando contra mi ventana. Pero no puedo perdonarle sin más. Corro las cortinas y hago como si nada pasara. Al rato dejan de escucharse los golpes. Camino por la habitación. No sé qué hacer. Entonces me fijo en que una silueta está dibujada en mis cortinas. Me asomo y ahí está. En mi ventana con una rosa esperando mis disculpas. No puedp ser fría con él. Me mira. Le miro. Nos miramos. Qué guapo es y que tierno. Me entrega la flor. La cojo indecisa y la olfateo. Huele tan bien como él. Tras miradas y sonrisas, acabo perdonándole con un beso.
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