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viernes, 10 de agosto de 2012


Todavía recuerdo con todo detalle la primera vez que lo vi. Su tono de piel era más bien oscuro, el pelo era largo pero no demasiado, con un pendiente en la oreja y sus ojos eran marrones, preciosos. Simplemente perfecto. Llevaba unos vaqueros anchos, cinturón negro, una camiseta azul de marca, que le quedaba ligeramente ceñida y una gorra del mismo color. Iba caminando delante mía con sus cascos concentrado en la letra de la canción. Yo nerviosa me paré en seco sin quitarle el ojo de encima. Él dirigió la vista hacia mí y yo atónita seguí observándolo. Viendo lo inquieta que estaba, me dedicó una sonrisa. Era la sonrisa más hermosa que vi en mi vida. No sabía muy bien que hacer, sólo sonreí y bajé la vista al suelo. El chico pasó por mi lado riéndose para sí mismo y eché un último vistazo antes de irme. Cuando vi que giró la esquina, seguí andando y de camino a casa sólo podía pensar en su sonrisa y en sus ojos marrones y brillantes.

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