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lunes, 16 de julio de 2012

Tan solo quiero que me ames


Después de conseguir quedarme sola en mi cuarto, mu tumbo en la cama. Pongo mis manos detrás de la nuca y contemplo el techo. Sigue igual que siempre. Una brisa de aire frío que entra por la ventana hace que me estremezca. Cierro los ojos. Te imagino caminando de la mano conmigo por la playa mientras nuestros pies se mojan. Estamos muy felices. Te noto cerca. Te miro y río. Me devuelves la sonrisa. Todo es perfecto. Alguien pega a la puerta. Abro los ojos de golpe y me incorporo rápidamente. En ese momento estaba contenta. Mucho. De tan solo recordarlo, me inundan unas ganas inmensas de llorar. Noto ahogarme. No puedo contener las lágrimas y una recorre mis pómulos. Cierro la puerta con pestillo y sin importarme quien fuera, vuelvo a tumbarme. Esta vez agarrando fuertemente la almohada. Ojalá pudiera tocarle y estar tan cerca suya como para oler su fragancia. Vuelve a caer otra lágrima. Haría todo lo posible para conseguir que los pensamientos plasmados en mi mente se hicieran realidad uno a uno. Otro soplo de aire entra por la ventana acompañado de más lágrimas. La almohada está totalmente mojada.

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