Por aquellas personas
que llaman al telefonillo y dicen: Soy yo. Por aquellas personas que comentan aunque
no preguntes su opinión. Por las que cuando notan que alguien le está mirando busca un espejo y se arregla. Por aquellas que siempre se sientan en el mismo banco, del
mismo parque, a la misma hora a mirar lo mismo aunque saben que no va a cambiar. Por esos que tiran el envoltorio
del caramelo “accidentalmente” sin que nadie lo vea por pereza de buscar una papelera. Por aquellas que en clase de
lengua desconectan del mundo. Por los que hemos imitado a alguien hasta hacerla rabiar, solo por aburrimiento. Por esas personas que no enchufan el secador
descalza por miedo a que le de un corrientazo. Por todos esos que han pegado la
lengua en una farola en invierno. Porque todos hemos hecho estas tonterías sin
sentido que hacen del mundo algo más divertido.